Magdalena Aninat
Directora Centro Empresa y Sociedad, Escuela de Negocios UAI.
"Los inversionistas (junto con la regulación y los consumidores) tienen una enorme capacidad de impulsar cambios en el mercado. Y por ello, tiene alto valor tanto la inversión de impacto como la inversión sostenible o ESG. En el primer enfoque, los inversionistas que tienen intención de lograr un impacto positivo junto con retorno financiero han ampliado la oferta de capital destinada a proyectos enfocados en desafíos de primera necesidad (educación, salud, trabajo) o altamente innovadores. El desafío que enfrentan es lograr realmente cuantificar el retorno que este impacto significa.
En el segundo enfoque los inversionistas evalúan a la par los aspectos financieros, sociales y ambientales de una compañía, y con ello presiona a las empresas que buscan capital a ocuparse realmente de las relaciones con las comunidades y trabajadores y a definir una estrategia frente a los desafíos climáticos. El desafío radica en contar con información fidedigna sobre estos compromisos.
Si bien existen diferencias entre la inversión de impacto y la inversión sostenible o ESG, son enfoques complementarios. Están en fase de desarrollo y por ello requieren de inversionistas activos, con capacidad de evaluar la profundidad del compromiso y el valor del impacto ambiental y social a la hora de decidir invertir."
Lili Manns
Directora GSG NAB Chile - Directora de Comunidad The ImPact.
En los últimos años hemos visto cómo el espectro de finanzas sostenibles se ha desarrollado, alcanzó más de 30 trillion en AUM. El actual cuestionamiento y debate de los criterios ESG se ha intensificado en los últimos meses entre republicanos y demócratas de permitir a las compañías de pensiones privadas incorporar variables ESG y cumplir de esta forma su rol fiduciario. Sin embargo, no se trata solo de un debate político si no que también se una industria creciente con grandes riesgos de greenwashing debido a la falta de medición universal y de entender el significado de las inversiones con integración de las variables ESG y cómo estás se diferencian de la inversión de impacto y del efecto en la sociedad y el planeta.
Los invito a leer el siguiente artículo de Stanford Social Innovation Review que describe de forma clara la diferencia entre inversiones que integran factores ESG y la inversión de impacto.
Importante destacar que ambos conceptos han sido relevantes para el desarrollo de las inversiones sostenibles y que aún nos queda camino por recorrer en cuanto al entendimiento de los inversores acerca de estos conceptos y las métricas utilizadas.
Diana Yael Rubinstein
Socia y Directora Comercial de GovernArt, Think Tank y Firma de Asesorías ASG
"En primer lugar, frente a la invitación a analizar el debate actual –tomando lugar principalmente en Estados Unidos- respecto de la consideración de los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo o ASG (ESG por sus siglas en inglés) en el ámbito de la inversión, surge en mi la reflexión, de que todo debate es bienvenido, ya que es una oportunidad de mirar más a fondo y desde diferentes perspectivas -si nos abrimos a ello- lo cual siempre enriquece.
Luego, me parece esencial “emparejar la cancha” y esclarecer de qué hablamos cuando hablamos de inversión responsable –o de integración ASG- y lo contrastamos –o por el contrario conectamos- con la inversión de impacto.
La inversión responsable, es la consideración de los factores ambientales, sociales y de gobernanza, en los modelos de análisis y/o en toma de decisiones de inversión. Este enfoque o práctica, surge en el año 2005, entre otros drivers o impulsores, desde la comprensión -creciente y sostenida- de los propios inversores y la industria financiera en general, de que los factores ASG pueden impactar -positiva o negativamente- los riesgos y los rendimientos de la inversión (lo que actualmente se conoce como “materialidad financiera”) y que, para poder cumplir con su deber fiduciario, es decir la obligación legal de actuar en el mejor interés de clientes o beneficiarios, deben integrar los factores ASG, al momento de identificar riesgos y/u oportunidades en la gestión de fondos, ya sea como propietarios o gestores de activos. Otros impulsores importantes, para el avance de la inversión responsable, han sido; la creciente exigencia por parte de los beneficiarios y clientes pidiendo mayor transparencia con respecto a cómo se invierte su dinero, particularmente impulsado por motivaciones éticas de nuevas generaciones y expectativas de mayor transparencia de la sociedad en general; y los avances regulatorios en la materia que, tal como lo requiere la Norma de Carácter General 276 de la Superintendencia de Pensiones de Chile para las AFPs de nuestro país, exigen a los inversores explicitar en sus políticas de inversión y reportar anualmente, respecto a sus estrategias y vías de integración de factores ASG en sus procesos de inversión.
Con esto en consideración, la práctica de la inversión responsable, cuando es debidamente desarrollada (y no superficialmente como una vía para el lavado de imagen mediante green o socialwashing), ha evidenciado la protección y/o creación de valor de los fondos –lo que conocemos como outperformance- y a su vez ha ido impulsado el avance de las empresas, sujeto de dicha inversión, en materias socio ambientales y de gobernanza, en la medida que los inversores les exigen más y mejor información (material, medible, comparable, con objetivos y evidencia de tendencias) respecto de su propia gestión ASG.
En cuanto a la inversión de impacto, nos referimos a una de las siete estrategias de inversión responsable –según la clasificación de Global Sustainable Investment Alliance “GSIA), la cual se define, según el Global Impact Investing Network (GIIN), como “aquellas inversiones en compañías, organizaciones y fondos con la intención de lograr un beneficio social o medioambiental para la comunidad, y a la vez un retorno financiero para el inversionista”, avanzando un paso más allá en cuanto a la mirada de creación de valor compartido y el triple impacto. Este enfoque se mueve –en lo que refiere al espectro de las finanzas sostenibles- hacia un enfoque de “impact first”, donde si bien sigue buscándose un retorno de la inversión, que puede ser equiparable al retorno financiero acorde al mercado (según un estudio de GIIN de 2017), el impulsor o la intencionalidad preponderante, es lograr un avance en cuanto al cierre de brechas respecto a los desafíos que enfrentamos, en materia social y/o ambiental, en nuestro planeta y en la sociedad. En cuanto a su origen, nace como una respuesta a la crisis financiera del 2008 y adquiere mayor relevancia luego de la declaración de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) el año 2015. Su valor, en tanto, amplía el alcance hacia la “materialidad de impacto”, integrando la mirada de mitigación de riesgos ASG, como un factor a considerar, sin embargo, no su razón de ser.
En cuanto al debate que surge en Estados Unidos en torno a la integración ASG –llegando hace pocos días atrás a una acusación, de uno de los partidos políticos en dicho país, señalando que la quiebra de Sillicon Valley Bank se debe a la implementación de políticas de diversidad, equidad e inclusión- mi análisis, en línea con el de muchos en el ámbito, atribuye este movimiento “anti ASG/ESG”, a una creciente politización ideológica y polarización, que lamentablemente puede verse reforzada, por la falta de una taxonomía y regulación clara y transparente en la materia en algunas jurisdicciones (a diferencia de la realidad de UE donde hay radicales avances en este ámbito). Una taxonomía que asegure que, por ejemplo, que un instrumento o fondo que divulga integrar variables ASG, lo hace de forma sistematizada y robusta, considerando los factores materiales para los activos de su portafolio y que, mediante dicha integración, potencia la creación de valor corporativo con una mirada largoplacista, al mismo tiempo que potencia el desarrollo sostenible de nuestra sociedad y entorno.
ASG o ESG, correctamente entendido, se refiere simplemente a la identificación de los riesgos y oportunidades ambientales, sociales y de gobernanza que una debe equilibrar cuidadosamente para lograr un valor sostenible a largo plazo. Independientemente de las preferencias políticas, la realidad ineludible, es que los Directorios y la administración, debieran considerar los riesgos ASG, junto con todos los demás riesgos organización –ya sea empresa o inversionista- para garantizar el valor respectivo a largo plazo.
Y si comprendemos que, mediante un impacto positivo en el entorno y la sociedad, dicho valor se comparte y crece a la vez; la inversión de impacto debiese seguir creciendo con un paso sostenido y mayor fuerza aún, para avanzar hacia el desarrollo sostenible, del puzzle que finalmente somos."
Comments